Julio Castejón: La Mirada Ausente

Posted on Posted in RESEÑAS pre 2020

Ahora toca de hablar de Julio Castejón como escritor. Considerando que es autor de los textos para sus obras musicales: esa especie de poesía constreñida que es la letra de una canción, la relación con la literatura le deviene en evidencia. Más de un centenar de artículos, algunos publicados gráficamente, otros a través de su blog, también llevan su firma.

La Mirada Ausente, es su primera novela, pero no su primera obra como escritor. En 2011, al cumplir los 60, publica sus memorias en: “Ahora que me Acuerdo” y, en 2015, se embarca en un ensayo sobre la obra de la banda: “Asfalto, Manual de Uso”, en la que ordena y comenta la génesis de todas y cada una de las piezas registradas; de paso, a través del relato, va quedando patente la intrahistoria del grupo.

El personaje vive en este momento la plenitud creativa que ha alcanzado después de tanta vida empleada en comunicar sentimientos e historias. Nuevos álbumes y giras se suceden prácticamente año tras año; fenómeno este nada usual en profesionales de su edad más tendentes a reeditar pasado. Pero Julio no sabe vivir de la nostalgia de sus seguidores, sigue teniendo la idea de que la mejor canción aún la tiene por escribir y la busca. Su afán literario no parte de otro impulso que el de su voluntad por seguir comunicando.

La Mirada Ausente (Sinopsis)

En una casa de vecindad de un barrio del Madrid de los años 50, un niño se siente atraído por una vecina de su misma edad. La niña, huérfana, vive aislada por su tía del resto del vecindario. Sin ningún contacto con los demás niños de la barriada, ni entre ellos, ambos alcanzan la adolescencia sin que llegue a diluirse del todo el interés del uno por el otro; interés que el muchacho no llega nunca a ver correspondido, pero que presiente. De repente un suceso inesperado hace que todo cambie y sus vidas divergen de forma abrupta.

Pasados más de 30 años, ambos ya en la cincuentena, mantienen un encuentro que desvela el misterio de aquella niña de ojos azules y mirada ausente. Un requiebro del destino sirve para sacar a la luz lo mejor de ellos y redimir, así, cuentas con el pasado desde un plano de presente sutil y caprichoso a la vez.